Mediante la aplicación de la osteopatía visceral, se puede observar la conexión entre cualquier alteración estructural y su impacto en el sistema visceral, o viceversa. Las vísceras y órganos desempeñan diversas y complejas funciones, pero es esencial que su adecuado funcionamiento esté respaldado por una movilidad adecuada entre ellas, asegurando que cada una ocupe su espacio sin invadir la de al lado.

Para ilustrar este concepto, consideremos el ejemplo del movimiento diafragmático asociado a la respiración pulmonar. Este movimiento, que eleva y desciende todo el sistema visceral, se repite innumerables veces a lo largo del día. Si, por alguna razón, ya sea interna o externa, se produce una pérdida de movilidad en alguna víscera u órgano, puede surgir una fijación o adherencia visceral. Esto desencadena un círculo vicioso que propicia lesiones en cadena, con el potencial de provocar diversas afectaciones.

Este enfoque terapéutico resulta altamente recomendado después de intervenciones quirúrgicas, como una terapia complementaria adicional. Es especialmente beneficioso para abordar problemas relacionados con cicatrices postoperatorias, mitigando el riesgo de adherencias en la propia cicatriz.